INVENTARIO

miércoles, diciembre 16

M


Ha pasado tanta agua bajo el puente como música por mis oídos. Pero queda siempre esa banda que escuchaste durante mucho tiempo, los líricos que no olvidas, la que te remonta a una época a la que si pudieras volverías al menos por un momento. En esa época yo usaba ropa negra, me pintaba los ojos con sombras oscuras, tenía garras y usaba mucho metal. Mis padres discutían sobre si era momento de buscar un psicólogo o un exorcista. Tenía 14 o 15 años y Metallica sonaba todo el día en mi habitación a un volumen imposible. Tenía casi todos los cassettes originales o copiados una y otra vez pues la cinta perdía fidelidad o terminaba enrollada en el cabezal y yo desesperada, pero con mucha paciencia la recuperaba y con la ayuda de un lapicero volvía a regresarla a su lugar. A veces se rompía y había que iniciarle una cirugía a “corazón abierto” al pobre cassette. Cortar la cinta, sacrificando el pedacito de algún tema, y pegar los extremos con cinta scotch. Tenía entre mis planes más codiciados y secretos tatuarme en el brazo la inconfundible M de puntas afiladas. Así hasta que la fiebre fue disminuyendo y la idea imposible de ver a esta banda en vivo se me fue de la cabeza. 18 años más tarde compro el periódico una mañana y leo “Metallica en Lima” Queda solo un mes para que esta banda se presente en la ciudad y yo no tengo una entrada. Lo que es más, no se siquiera si queda una (que no sea de reventa) para el concierto. Lo que si se es que, si no logro entrar, iré a sentarme afuera del estadio de la San Marcos y cerraré los ojos para remontarme a esa época a la que si pudiera volvería al menos por un momento…en vivo.

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