INVENTARIO

martes, diciembre 8

TAL VEZ MAÑANA...


Ser cautelosa te libra de correr riesgos innecesarios y acabar jodida. Otras veces, te hace perder oportunidades que nunca regresarán y que, tal vez, eran las que estabas esperando toda tu vida. Yo he acabado jodida la mayoría de las veces. Me he lanzado a piscinas sin agua o de poca profundidad al estilo de un clavadista profesional y me he partido la madre innumerables veces. Entonces, no es gratuito que me haya convertido en una mujer extremadamente cautelosa o tremendamente cobarde. Las certezas se desvanecen y vuelvo a dudar. Cuando estoy a punto de brincar vuelvo a sentir el dolor de todas mis caídas, lo costoso de la recuperación, el tiempo perdido y regreso sobre mis pasos otra vez pensando “Tal vez mañana”…
Una vez estuve frente a una piscina grande y azul. Había dejado de llover y, aunque era invierno, un sol espectacular salió matando las sombras, secando mi ropa y calentándome hasta los huesos. Empecé a desnudarme despacio, mirando al cielo, pensando que en cualquier momento volvía a nublarse y regresaba el aguacero. Subí lento la escalera larguísima del trampolín y quedé finalmente parada en el borde de la tabla. Respiré hondo y empecé a balancearme, pero algo me hizo mirar hacia abajo y vi como muchas siluetas buceaban bajo el agua de la piscina sin salir a tomar aire. Siluetas con cabelleras de colores, de piernas larguísimas que a veces parecían colas de sirena. Me detuve a tiempo para no caer sobre una de ellas y resbalé quedando colgada de la tabla. Me ardían los brazos y me costó mucho volver a subir. Me quedé echada boca abajo mientras recuperaba el aliento. Al levantarme sentí vergüenza de mi desnudez y volví a bajar la escalera en el preciso instante en el que el sol se apagaba y las primeras gotas de lluvia empezaban a caer. Me vestí con la ropa mojada y me alejé pensando “Tal vez mañana”…

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